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«Cuando las elecciones ordenan (y desordenan)»

Adelantando la campaña, oficialismo y oposición dirimen internas con vistas a las primarias de septiembre y las legislativas de noviembre.

Por Juan Luis Buchet

Las parlamentarias de noviembre y las primarias de septiembre están ordenando la vida política. Ordenando y desordenando, porque también hubo mucho desorden, especialmente en lo que respecta a la oposición. En la coalición Juntos por el Cambio, la primera batalla terminó con una victoria de Horacio Rodríguez Larreta sobre Patricia Bullrich, que tuvo que renunciar a su candidatura potencial en la Ciudad de Buenos Aires, donde se va a presentar María Eugenia Vidal. También perdió el expresidente Mauricio Macri.

Seguirán otras batallas en Juntos por el Cambio, pero en definitiva todo se terminará por ordenar, porque todos se necesitan, tienen que ir juntos a las elecciones. Será importante la habilidad de Horacio Rodríguez Larreta para consolidar sus victorias no sin dejar también espacios a los otros componentes de la coalición. Es interesante este posicionamiento del jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires porque lo que está haciendo prepara su candidatura a las presidenciales de 2023. Patricia Bullrich tiene el mismo objetivo, pero hoy Rodríguez Larreta corre con ventaja. Será probablemente el gran ordenador del Pro, el partido mayoritario de la coalición. Pero, y es otro dato interesante, se han despertado los radicales. Hay un fenómeno nuevo, con la aparición de figuras como Facundo Manes, que para algunos representa una ampliación de la coalición hacia la centroizquierda. En todo caso los radicales quieren tener más espacio e ir marcando la cancha para el 2023. Es otro dato interesante, porque si se refuerza también la UCR, puede ser bueno para la coalición en sí.
Pero notamos es que del lado de la oposición no hay propuestas. Solo una crítica acérrima al Gobierno de Alberto Fernández, por lo que está haciendo o lo que no ha hecho. No se ve qué cambios o qué país quisieran, si volvieran al poder en el 2023.

Del otro lado, la coalición oficialista del Frente de Todos también tiene, obviamente, sus internas. Muchos observadores insisten sobre el hecho de que la expresidenta y actual vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, va ganando espacio frente al presidente Alberto Fernández. No estoy tan seguro de que sea realmente así. ¿Por qué? Porque Alberto Fernández, si bien no tiene peso propio, es presidente, lo que ya es bastante, y si no hay un albertismo, tiene el apoyo -táctico por lo menos- de muchos sectores del peronismo que no son kirchneristas, cristinistas o camporistas: gran parte del gremialismo, muchos gobernadores e intendentes. También en esta coalición, si va a haber disputa por las candidaturas, se logrará un equilibrio para llegar de la mejor manera posible a las elecciones.

Aquí cabe señalar el protagonismo que está teniendo Sergio Massa. El presidente de la Cámara de Diputados se ha distinguido con sus viajes al exterior y propuestas económicas y políticas. Fue muy importante para que el Frente de Todos ganara las elecciones del 2019, y ahora se lo ve crecer.

Tampoco hay muchas propuestas del lado del oficialismo. El gobierno solo trata de llegar de la mejor manera posible a las elecciones, gracias a dos elementos. Primero, el plan de vacunación antiCovid, que está avanzando mucho y bien, y eso es importante, porque aunque por ahora las encuestas nos dicen que los electores no le dan tanta importancia a este avance, en otros países del mundo, en general, cuando la vacunación llega a niveles sustanciales, de 50% o más de la población con una dosis, y un porcentaje importante de gente vacunada con dos dosis, el humor social mejora. Es lo que está pasando y ha pasado en Europa. El plan de vacunación, aparte de su rol sanitario, es también un arma política para el gobierno. De hecho, la oposición lo sintió bien: desde el principio no dejó de denigrar sistemáticamente todo lo que se hacía en la lucha contra la pandemia y especialmente el plan de vacunación, a menudo con una evidente mala fe. Pero el plan está avanzando y muy pronto la Argentina estará en el nivel de vacunación de muchos países europeos.

En cuanto a las críticas, también, de la oposición, haciendo responsable al gobierno de las muertes, esto es muy relativo: se hará el balance al final, no hay una responsabilidad directa. De hecho en Uruguay la oposición, el Frente Amplio, le hace las mismas críticas al gobierno del presidente Lacalle Pou. En todos los países existe este tipo de utilización política de la pandemia, las medidas sanitarias, los fallecidos y las vacunas, tanto de parte del oficialismo como de la oposición.

La segunda arma del gobierno para las elecciones va a ser -como siempre en año electoral- que la gente perciba una mejora de la situación económica. Para fogonear el consumo, habrá subas de sueldos vía paritarias y un adelanto del aumento del salario mínimo, que se sumarán a las reformas del monotributo y de Ganancias.

Estas medidas hacen que probablemente de acá a las primarias de septiembre el bolsillo de los argentinos esté algo mejor y se consolide el voto por el Frente de Todos. Las encuestas hasta ahora no le dan bien, pero en realidad, no le dan bien a nadie. El peronismo no está absolutamente seguro de poder ganar la provincia de Buenos Aires; se espera una gran batalla allí y sabemos que se trata de la madre de todas las batallas. Hay muchas provincias que están en disputa; sin embargo, salvo que haya una sorpresa muy grande de un lado o del otro en algunas jurisdicciones, no se prevén cambios sustanciales en el Congreso.

La hipótesis más probable es que después de las elecciones de noviembre siga la situación actual, con un amplio control del Senado por el oficialismo, pero una mayoría relativa en la Cámara de Diputados, que no le permite hacer lo que quiere al Frente de Todos: para cada proyecto necesita buscar aliados, y cuando no los encuentra, no puede avanzar. Se mantiene cierto equilibrio entre oficialismo y oposición por un lado, el Gobierno está limitado para implementar algunas de sus políticas. Cada uno lo verá a su manera, en este sentido.

Hay que notar también la presencia de un candidato u de un sector del peronismo que quiere avanzar de forma independiente: Florencio Randazzo. Es probable que no tenga mucho éxito, salvo sacarle algunos votos a cada una de las dos coaliciones, pero seguramente más al Frente de Todos.

Todo se tiene que leer en clave electoral; incluso, lo que ha obtenido el ministro Martín Guzmán del Club de París, que no es un aporte menor: la Argentina evitó el default, debiendo pagar «solo» 430 millones de dólares, y se postergó el pago de la deuda pendiente a marzo de 2022. Con lo cual también se da más tiempo, y era lo que buscaba, para seguir negociando con el Fondo Monetario Internacional. Porque el acuerdo con el FMI va a tener también ciertas exigencias para la Argentina, en términos de reducción del gasto público entre otros, es decir que habrá un ajuste en algún momento. El gobierno no lo quiere decir hoy, pero es inevitable. El Fondo Monetario no podrá responder de manera positiva a algunos reclamos que están surgiendo en el oficialismo, del sector más cristinista, y de la propia vicepresidenta, que pide por ejemplo que el acuerdo de facilidades extendidas sea por veinte años y no diez, como es la norma del FMI… En fin, probablemente no tendrá éxito, pero se posterga la firma del acuerdo, para después de las elecciones parlamentarias de noviembre, que era el objetivo buscado por los sectores políticos del oficialismo. No inicialmente el de Martín Guzmán, que tuvo que alinearse sobre el ala política del Gobierno.

Habrá que esperar la constitución de las listas para hacerse una opinión más clara sobre las posibilidades de cada una de las coaliciones, sabiendo que las situaciones locales y las personalidades de los candidatos son especialmente importantes en este tipo de elecciones. Y tener en cuenta, por otra parte, lo que nos dicen actualmente las encuestas: que la personalidad política más popular y con menor rechazo en el país es Horacio Rodríguez Larreta. Y que las personalidades políticas con mayor rechazo y menos populares son el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y el expresidente Mauricio Macri. Cristina tiene su núcleo duro, pero no despega, y Kicillof no logra hacerse realmente un lugar en la vida política argentina. De alguna manera siguen ganando los moderados, pese a que en las dos coaliciones hay discursos que le hablan únicamente al sector más duro de su electorado, lo hace Patricia Bullrich; lo hace Cristina Kirchner, a veces incluso Alberto Fernández. No Rodríguez Larreta, porque está en la gestión y porque cultiva ese perfil moderado que le permite tejer alianzas en vistas de las presidenciales de 2023.

Decíamos que en estas elecciones primarias y legislativas no debería haber grandes sorpresas. Decía que probablemente no haya sorpresas, pero, si las hubiera, habrá que tener cuidado con la reacción de los mercados. Recordemos lo que pasó en 2019 cuando parte del electorado macrista quiso castigar al presidente y generó una reacción en los mercados y una devaluación muy importante del peso. Cualquier resultado inesperado y muy significativo en las primarias de septiembre, como una grave derrota del oficialismo en provincia de Buenos Aires, o al contrario, una votación no tan buena para el oficialismo porteño en la Capital Federal, alguna sorpresa en Córdoba, otra provincia muy disputada, o un resultado global muy favorable a una de las dos coaliciones, podría tener consecuencias para el peso y el valor del dólar en el país.

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