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Escenario abierto

En un clima de incertidumbre, las primarias del 13 de agosto marcan el inicio de un año electoral decisivo, más competitivo de lo que se pensaba inicialmente, pero que debería favorecer la liberalización de le economía.

Por Juan Buchet

¿Dos, tres o cuatro? Dos, si volvemos al tradicional duelo entre grandes coaliciones, la oficialista peronista kirchnerista Frente de Todos, hoy denominada Unión por la Patria, y la opositora que se sigue llamando Juntos por el Cambio, pese a que sus candidatos estén menos juntos que nunca. Tres, si, como se venía vaticinando desde hace meses, la marca La Libertad Avanza de Javier Milei rompe el cómodo contubernio de los espacios antes mencionados para presentarse como una nueva alternativa, opción ahora en baja por distintos motivos, pero que podría resurgir, al menos parcialmente, por otros. Cuatro, si consideramos que en Por el Cambio, pero no tan Juntos, tenemos dos precandidaturas presidenciales de perfiles muy opuestos, Patricia Bullrich, por un lado, Horacio Rodríguez Larreta por el otro, y que el principal competidor de ambos, candidato dominante, pero no único, de Unión por la Patria, Sergio Massa, muy competitivo, ha levantado las esperanzas del actual oficialismo. No sin razón, como atestiguan las encuestas, obligando a Bullrich y Rodríguez Larreta a acentuar sus diferencias, a veces con exceso, generando daños colaterales para cada uno de ellos y para el espacio en su conjunto.

Dos de mínima, tres sin duda, y cuatro, en definitiva, es el menú que se ofrece a los electores argentinos para las PASO, las primarias abiertas, simultáneas y (supuestamente) obligatorias del 13 de agosto. Primarias cuyos resultados serán determinantes para las elecciones presidenciales y generales del 22 de octubre, y la eventual segunda vuelta del 19 de noviembre. Las encuestas disponibles, de más en más frecuentes, arrojan resultados dispares, sino extrañamente contradictorios. También se contradicen los analistas políticos más serios. Algunos pronostican una derrota histórica del peronismo, incluso en primera vuelta. Otros predicen un derrumbe de Milei y una dispersión incierta de sus potenciales votos. Todos se contradicen respecto de la interna de Juntos por el Cambio: que Patricia arrasa, dicen unos, que Horacio se consolida, afirman otros, que hay empate técnico, susurran los más prudentes.

¿Horacio o Patricia?
Es sin duda la pregunta esencial, determinante para estas PASO, verdadera primera vuelta de las elecciones argentinas, sin equivalente en el mundo ya que son abiertas, simultáneas y obligatorias, como lo indica su enunciado, aunque en realidad, reiteramos, el carácter obligatorio de estos comicios se ha vuelto muy relativo, como lo atestigua el importante número de abstencionistas que hubo en las distintas elecciones regionales de los últimos meses: más de 5 millones de personas no se acercaron a los centros de votación, señal de un creciente desapego respecto de la política en general, o una suerte de protesta ante la oferta que se les presenta, fenómeno, dicho sea de paso, que no es propio a la Argentina, pero quizás más novedoso aquí que en muchas otros países. Como si al cumplirse 40 años del retorno de la democracia, los argentinos dejaran de vivir las elecciones como un momento clave de la expresión de su voluntad, hasta hace poco manifestada con alegría. Los resultados decepcionantes de los gobiernos que se sucedieron durante las últimas décadas, las crisis recurrentes de una economía durablemente estancada sino en retroceso, y las preocupaciones cotidianas, comenzando por la inflación, explican sin duda también que muchos electores ya no consideren importante ejercer su derecho a voto.

Volviendo al proceso electoral y a los principales candidatos presidenciales, digamos primero que, en baja o no, Javier Milei, único representante de La Libertad Avanza, es también el único asegurado de figurar entre las opciones de la primera vuelta, el 22 de octubre. Por su parte, salvo insospechado y casi inimaginable derrumbe, Sergio Massa, en nombre del oficialismo, estará también presente, y quizás como el más votado de todos los precandidatos en las PASO. Pero ¿quién llevará las banderas de Juntos por el Cambio? La principal alianza opositora, cuya victoria final no parecía en discusión hace unos meses, hoy no está tan segura de imponerse en octubre o noviembre. Según los puntajes de Massa y de Milei en las primarias (así como los que obtendrán candidatos considerados secundarios, como Juan Schiaretti o Juan Grabois), que Juntos esté representado por Bullrich o por Rodríguez Larreta cambia el escenario para los comicios de octubre.

Está claro que Patricia no es Horacio, y viceversa. Si es ella que representa a Juntos en primera vuelta, se abre un escenario de polarización con Massa que puede tomar ribetes caricaturescos: un enfrentamiento entre “la derecha dura y anti derechos” y “el populismo kirchnerista que hundió el país”, según dirán sus seguidores respectivos, escenario que se podría repetir, con una polarización agudizada, en un eventual ballotage. Si es él que gana la interna de la oposición, intentará también confrontar frente al representante del oficialismo, pero será una polarización blanda, forzada, ya que ambos candidatos son en realidad moderados que transitan por la supuestamente ancha avenida del centro. Y Massa se verá obligado, a su vez, para diferenciarse de su adversario, a mostrarse como un K de pura cepa. Y en cuanto a una eventual segunda vuelta, el problema para cada uno sería recuperar electores indecisos, así como los duros de cada bando. En todo caso, panoramas confusos y cargados de incertidumbre en una y otra eventualidad. Sin contar la hipótesis, hoy casi unánimemente descartada, de un inesperado avance sustancial de Milei en las PASO, luego confirmado en la primera vuelta. A partir de ahí, entraríamos en un inimaginado escenario de política ficción.

Aclaro este punto porque, a la hora de escribir este artículo, no me limité con intentar analizar la realidad en función de parámetros racionales y sin contaminarme, en lo posible, por visiones sesgadas, sino que intercambié con observadores, políticos, empresarios y ciudadanos comunes. Sus comentarios me ayudan a formar mi opinión y me dan una visión ampliada y esclarecedora de lo que sienten, creen y piensan los argentinos en momentos cruciales, como este año electoral 2023.
Siguen algunos datos que me parecen interesantes.

Lo que es, no siempre es lo que parece.
Muchos valoran a Patricia Bullrich por la fuerza de sus convicciones, en oposición con un Sergio Massa oportunista, que no habría dejado de cambiar de posicionamiento político según su conveniencia. Pero ¿no fueron ambos igualmente cambiantes en función de las circunstancias? Patricia, primero cercana a los Montoneros, luego ministra de la Alianza, después seguidora de Lilita Carrió, hoy representante de la derecha más dura. Sergio, surgido de la derechista y liberal UCD, funcionario K sin ser kirchnerista, fundador del Frente Renovador, aliado de Macri en el 2015, hoy candidato del peronismo con el apoyo explícito de Cristina Kirchner… «Chacun son chemin«, diríamos en francés. Por aquí y por allá, pero con un mismo objetivo, el poder.

Y si Patricia Bullrich, en definitiva, se parece más a Sergio Massa que a Horacio Rodríguez Larreta en su derrotero político, no deja de hacer pensar a la mencionada Cristina Fernández de Kirchner en su visión de la política, con su eslogan “Es todo, o nada”, en la que se excluye al adversario, y no se negocia con él.
Mencionamos ahora a Cristina, y observemos que, si la actual vicepresidenta sigue siendo la referente principal de su espacio, perdió poder, incluso cuando avaló la candidatura de Massa. Pero, al renunciar a toda candidatura, mantiene sin embargo un poder en las sombras, que se diluirá o no según como le vaya al candidato de Unión por la Patria. Posición espejo a la del referente de la actual oposición, el expresidente Mauricio Macri, quien, viendo que su postulación tendría pocas chances de éxito, decidió retirarse, también para ejercer poder tras la escena, en principio a favor de Patricia Bullrich, pero exponiendo una influencia cada vez menor sobre las disputas de Juntos por el Cambio.

Respecto de los principales candidatos, van algunos apuntes complementarios:

  • Sergio Massa, es el ministro de Economía al que se vio mendigar, de Pekín a Washington, para que el país, ya sin reservas en el Banco Central, pueda hacer frente a sus vencimientos exteriores, especialmente ante el FMI. Pero, sorprendentemente, no se lo responsabiliza mayoritariamente por el alza de la inflación. Se lo ve más como el bombero que, semana tras semana, hace magia y gana tiempo, aunque la oposición diga que solo prolonga una situación cada vez más explosiva. Y se aprecia que haya logrado un nuevo acuerdo con el Fondo, pese a las críticas, opuestas pero coincidentes, de Juntos por el Cambio y del kirchnerismo izquierdista.
    Puntos positivos de Massa: es hábil y trabajador, lo apoya gran parte del peronismo, pese a ser liberal. Y tiene amigos en Estados Unidos. En principio, garantía de gobernabilidad. Hoy, sorprendentemente para algunos, sería el elegido del empresariado, si no del “círculo rojo”.
  • Horacio Rodríguez Larreta, en campaña, pero sin dejar de ser jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. A favor: demostrada capacidad de gestión, centrismo abierto, casi socialdemócrata, que puede atraer a electores no partidarios. En contra: mal preparado para la polarización, falta absoluta de carisma. Número dos del mundo empresarial, prácticamente al mismo nivel que Massa, también garantía de cierta gobernabilidad.
  • Patricia Bullrich. Se aprecia su compromiso y dinamismo. Para los anti y no peronistas, la mejor candidata, en principio capaz de enfrentar gremios y piquetes sin temblar. En contra: demasiado confrontativa, gobernabilidad menos asegurada. Tercera para los empresarios, muy cerca del segundo, pero con seguidores muy activos.
  • Javier Milei. Excesivo para muchos. Propuestas no aplicables. Escándalos con candidaturas que contradicen su compromiso. Pese a ideario liberal, clase empresarial distante. Círculo rojo, lejos.

Últimas, y breves, consideraciones
La mayoría de los electores se decidiría a último momento, según los encuestadores. Sea cual fuere el sucesor de Alberto Fernández, notarán que es la primera vez que lo nombro, es poco probable que tenga mayoría en el Congreso. Los resultados de los comicios en Ciudad y Provincia de Buenos Aires pesarán sobre las elecciones presidenciales.

Y, para terminar, dos apreciaciones determinantes, aparentemente contradictorias:
Todos mis interlocutores coinciden en decir que la persona que asumirá la presidencia el 10 de diciembre deberá afrontar desafíos inmensos, cuya resolución tendrá que encaminar resolutamente en sus primeros 100 días. Con el objetivo principal de bajar la inflación, deberá implementar un severo plan de estabilización y reducir rápidamente el déficit fiscal, terminar progresivamente con los cepos cambiarios, relanzar las exportaciones y liberalizar la economía, pero manteniendo un clima social positivo.

Tarea difícil, dicen todos. Pero todos, o casi, están convencidos que el próximo presidente será promercado.
Y todos coinciden también en presagiar también un futuro muy promisorio para la Argentina en los años venideros, gracias especialmente al gas, el litio, los minerales, la agroindustria y la economía del conocimiento.

Sorprendente, pero no sin argumentos. Si les parece, lo dejamos para la próxima crónica, ¡después de las PASO!

 

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