La filial argentina de la empresa francesa busca concientizar al público acerca del tratamiento correcto que hay que dar a los neumáticos fuera de uso.
Por Gustavo Lacoste, responsable de medioambiente de Michelin Argentina
El interés por preservar el medioambiente se va reforzando de manera cada vez más evidente, desde las empresas y sus procesos hasta los usuarios, principalmente las generaciones más jóvenes.
Es un hecho que el compromiso es una tendencia en crecimiento, y las personas están cada vez más involucradas en distintas problemáticas, incluso en el manejo de los residuos como uno de los ejes que más preocupan. Sin embargo, en general, hay determinados productos que, por su familiaridad, estamos más atentos a cómo cuidarlos o tratarlos cuando quedan fuera de uso; pero hay otros -como el caso de los neumáticos- que por no tener un contacto diario o por desconocimiento, no se contemplan.
Si bien, en cualquier tipo de producto, lograr la sustentabilidad de todo el proceso es indispensable (desde su fabricación hasta cuando se convierte en desecho), en el caso de los neumáticos, el 90 % del impacto que puede causar en el ambiente se da en la fase de utilización. Es por ello, la necesidad de generar un accionar proactivo de parte de los consumidores para el adecuado tratamiento durante su uso y también para los neumáticos que llegan al final de su vida útil, con el fin de minimizar el efecto.
Desde hace unos años está en auge la economía circular, donde se hace foco, principalmente, en estas 4R: Reducir, Reutilizar, Reciclar y Renovar.
Pero lo más importante en ese contexto, como decíamos, es el rol que cobra cada consumidor en este círculo para extender la vida de los productos, reducir la cantidad de neumáticos fuera de uso, y cómo desde su lugar puede contribuir con pequeñas acciones que favorezcan a un saldo positivo en la balanza ambiental.
¿Cómo puede intervenir cada consumidor concretamente en estas 4R?
Reducir: si bien se trabaja desde la empresa en el diseño de neumáticos que requieran menos materias primas y con un mayor porcentaje de materiales renovables, que aporten al ahorro de combustible para reducir las emisiones de CO2 y tengan un rendimiento más prolongado para ser reemplazos con menos frecuencia, el correcto mantenimiento de los neumáticos que el consumidor le dé durante toda su vida útil, hará la diferencia. Con un mayor rendimiento, el uso de neumáticos hasta el final de su ciclo de vida puede evitar el consumo mundial de 400 millones de neumáticos al año, el equivalente a 35 millones de toneladas de CO₂. En este sentido, el control y mantenimiento periódico de las cubiertas, con tan solo unos pocos ítems como chequeo de la presión, alineación y balanceo, extenderá su vida útil.
Reutilizar: otra de las alternativas para extender la vida del neumático es la posibilidad de reparar o recapar la banda de rodamiento. Cuando hablamos de recapado, sólo es viable para los neumáticos de vehículos pesados. La opción de recapar no sólo les permite a los usuarios involucrarse de manera activa en esta economía circular, sino que además es muy conveniente para ellos en términos de costos y de aprovechar al máximo los cascos, pudiendo hasta triplicar la vida de la cubierta. Pero esto es factible siempre y cuando sea bien realizado; es decir, que el recapado sea concretado con procesos que puedan avalar la calidad del producto terminado y, como consecuencia, garantizar seguridad al andar. Hay que pensar también que cuando se deja de usar un neumático que aún tiene vida útil/potencial y se lo reemplaza por otro nuevo, se está usando más materia y más energía para su fabricación, entre otros puntos. De esta manera, recapando se evita el recambio de un neumático; por lo tanto, habrá menos neumáticos fuera de uso y menos impacto ambiental.
Reciclar: cuando el neumático llega al final de vida (cuando la banda de rodamiento está gastada más allá de los niveles de profundidad recomendados de 1,6 mm establecidos por ley, o si el daño no puede ser reparado), los neumáticos usados pueden recuperarse, ya sea como energía o como materia prima (acero, textil, caucho). Por ejemplo, en el caso del granulado de caucho se reutiliza para paredes de aislamiento acústico, calzado, así como en superficies sintéticas para campos de deportes, plazas blandas infantiles, entre otros. En este punto, se trabaja fuertemente para que los usuarios le den una adecuada disposición final. Y para ello es importante que dejen las cubiertas usadas en sitios autorizados como plantas de acopio y de reciclaje, o, por ejemplo, en nuestro caso, en los puntos de venta, que son los que se ocupan del traslado a esas plantas.
Renovar: un neumático requiere más de 200 tipos de productos distintos para ser fabricado (algunos de ellos, materias primas renovables como caucho natural, biomasa o aceites derivados de pirólisis, entre otros). Darle un buen tratamiento al neumático fuera de uso implica que se puedan recuperar materias primas para su reutilización.
Se estima que en la actualidad hay alrededor de 135.000 toneladas de neumáticos en desuso en nuestro país. Para dimensionar más aún este tema, en el 2022 en el mercado automotor argentino se patentaron 380.000 autos y camionetas, cada uno con 5 neumáticos (cuatro en el vehículo y uno de auxilio).
En conclusión, es importante darles un destino final ecológicamente viable y para eso necesitamos el compromiso del dueño de cada vehículo.
Más datos en www.michelin.com.ar.