La economía argentina atraviesa un momento bisagra. En pleno año electoral, los indicadores macroeconómicos ofrecen señales mixtas, combinando una recuperación parcial de la actividad con altos niveles de inflación, apreciación del peso y un escenario político marcado por la incertidumbre. En este contexto, resulta indispensable observar con atención tanto las variables internas como las dinámicas del entorno global.
“Estamos en un periodo de transición, no de inflexión.”
En el plano internacional, el país navega un mundo en transformación, con tensiones comerciales entre potencias como Estados Unidos y China, cambios en los flujos de capitales y desafíos logísticos crecientes. Aunque Argentina no se ve afectada directamente en su comercio exterior por estos conflictos, la fragilidad estructural de su economía y la volatilidad financiera internacional la hacen particularmente sensible a cualquier sobresalto global.
“La recuperación del salario real ha sido notable, especialmente en el sector informal.”
A nivel local, el panorama económico muestra signos de recuperación moderada. La actividad ha crecido en los últimos meses, pero de manera desigual entre sectores y regiones. La inflación, en cambio, permanece en niveles elevados, oscilando entre el 2% y el 3% mensual, lo cual dificulta la consolidación de un programa económico sostenible. Este dato no es menor, ya que condiciona tanto las decisiones de inversión como las expectativas del mercado financiero y del consumo.
“El tipo de cambio real ha caído un 31%.”
Uno de los ejes más delicados es la apreciación del tipo de cambio real. Si bien aún se encuentra por encima de los mínimos históricos, la tendencia actual genera preocupación por la pérdida de competitividad de las exportaciones. En paralelo, el aumento de las importaciones —impulsado por cambios regulatorios y un peso más fuerte— contrasta con un crecimiento más lento de las exportaciones, dando lugar a un desequilibrio comercial. Esta situación, aunque parcialmente contenida por términos de intercambio favorables, enciende señales de alerta.
“El gobierno ha sido más pragmático que mágico.”
Frente a este escenario, la política económica se ha caracterizado por una dosis inusual de pragmatismo. El gobierno ha respondido con rapidez ante cambios en el contexto financiero, adoptando medidas de corrección en materia de tasas de interés, controles cambiarios e intervención monetaria. Esa flexibilidad ha sido clave para evitar desbordes mayores en un año electoral cargado de tensiones políticas.
“El puente de plata se está construyendo, pero a un ritmo lento.”
Por otro lado, se percibe una oportunidad latente: el desarrollo de sectores estratégicos como la energía, el gas, la minería o la agroindustria, que podrían generar un flujo creciente de divisas en los próximos años. Sin embargo, su concreción depende de una mejora significativa en las condiciones de inversión, infraestructura logística y regulaciones. El llamado “puente de plata” que permitiría sostener una economía más equilibrada aún está en construcción.
La demanda del sector privado, en especial del empresarial, se orienta hoy hacia la necesidad de mayor previsibilidad: un marco regulatorio más claro, una política fiscal sostenida y una estrategia de exportación consistente que permita proyectar inversiones a largo plazo. La gestión de la ambigüedad y la anticipación de escenarios son hoy capacidades críticas tanto para el Estado como para las empresas.
Cinco claves de la coyuntura económica argentina
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Recuperación parcial: La actividad económica muestra una mejora del 6,8% desde diciembre, aunque segmentada por sector y región.
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Inflación persistente: Las tasas mensuales entre 2% y 3% limitan la efectividad de cualquier programa de estabilización.
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Tipo de cambio apreciado: El peso se ha apreciado un 31%, lo que afecta la competitividad externa y preocupa al sector exportador.
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Pragmatismo oficial: El gobierno ha mostrado capacidad de corrección y flexibilidad, priorizando estabilidad y control fiscal.
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Desequilibrio comercial: Las importaciones crecen más que las exportaciones, a pesar de términos de intercambio históricamente favorables.
Este análisis se basa en una exposición ofrecida recientemente por el economista Juan Miguel Massot, Director del Instituto de Investigación de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la USAL, en el marco de un encuentro organizado por la Comisión de Administración y Finanzas de CCI France Argentine.
Sobre el disertante
Juan Miguel Massot es Doctor en Ciencias Económicas (UBA) y Doctorando en Ciencia Política (USAL). Cuenta con una sólida formación académica internacional (Universidad de Londres, Di Tella, UB) y se desempeña como Director del Instituto de Investigación de la USAL y Vicerrector Económico de la misma universidad. Además, ha sido asesor económico de la Delegación de la Comisión Europea en Argentina, consultor de organismos internacionales y autor de múltiples publicaciones científicas y de divulgación.