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La política energética argentina ante una oportunidad histórica de transformación

El 9 de diciembre pasado, en su último encuentro del año, la Comisión Energía, Minería e Infraestructura de CCI France Argentine recibió a Daniel Montamat para una exposición ante los socios de la Cámara seguido un diálogo con los socios.

La Argentina atraviesa un momento decisivo en materia energética. En un escenario internacional atravesado por tensiones geopolíticas, disputas por el abastecimiento y redefiniciones en la transición energética, la energía vuelve a ocupar un lugar central como factor estratégico de desarrollo, competitividad y poder económico.

Lejos de tratarse únicamente de un sector productivo más, la energía aparece como una de las claves para repensar el modelo de crecimiento del país y su inserción en los mercados regionales y globales.

Evitar el bloqueo del cambio

Uno de los principales riesgos que enfrenta la Argentina es la incapacidad de transformar mayorías sociales en consensos políticos duraderos. Cuando las distintas variantes del cambio no logran articularse, el resultado suele ser la parálisis, el bloqueo institucional y, en última instancia, la continuidad del statu quo.

“Cuando se bloquea la posibilidad de cambiar, termina ganando el no cambio, el statu quo o el cambio gatopardista: cambiar para que nada cambie.”

En este contexto, el desafío no pasa por imponer transformaciones abruptas sin respaldo, ni por resignarse a reformas cosméticas, sino por construir una masa crítica que permita sostener cambios estructurales en el tiempo. La política energética no escapa a esta lógica: requiere reglas claras, previsibilidad y acuerdos que trasciendan coyunturas electorales.

El futuro como espacio de decisión

El devenir energético y económico del país no está predeterminado. Existen múltiples futuros posibles, algunos deseables y otros no, y el punto clave reside en la capacidad de orientar decisiones presentes para convertir esas posibilidades en realidades concretas.

“El futuro no está escrito en piedra. Está abierto, y si está abierto, también está abierto a futuros posibles que pueden transformarse en futuros deseables.”

Desde esta perspectiva, la energía ofrece una oportunidad singular. Su impacto transversal sobre la industria, el transporte, la infraestructura, el empleo y las exportaciones la convierte en un vector privilegiado para motorizar un cambio de modelo productivo, siempre que se la piense de manera integrada y estratégica.

Energía y geopolítica: el retorno de la seguridad energética

El orden internacional actual muestra una clara primacía de la geopolítica sobre las lógicas puramente económicas. En este contexto, la energía y los alimentos se han instalado en el centro de las agendas globales.

“Cuando la geopolítica pasa a dominar la agenda mundial, la seguridad energética deja de ser un tema económico y se convierte en un factor estratégico.”

El tradicional equilibrio entre energía accesible, segura y sustentable se ha transformado en un verdadero trilema: no siempre es posible maximizar simultáneamente las tres dimensiones. Las tensiones geopolíticas tienden a priorizar la seguridad del abastecimiento y los costos, ralentizando —aunque no anulando— el proceso de transición energética.

Tendencias estructurales de la transición energética

Aun con estos condicionamientos, existen tendencias de largo plazo que continúan consolidándose:

  • Mejora sostenida de la eficiencia energética y reducción de la intensidad energética.

  • Sustitución progresiva del carbón por gas natural en la matriz primaria.

  • Expansión de las energías renovables, con costos de inversión decrecientes.

  • Mayor electrificación de los consumos finales, desde el transporte hasta los edificios.

  • Desarrollo de redes inteligentes para gestionar la interacción entre oferta y demanda.

  • Preferencias sociales crecientes por bienes y servicios con menor huella de carbono.

“La transición energética no desaparece, pero se ralentiza: las tendencias siguen ahí, aunque ahora conviven con tensiones entre seguridad, costos y sustentabilidad.”

La clave para la Argentina reside en alinear su política energética con estas tendencias, sin desconocer las restricciones del contexto internacional ni desaprovechar sus ventajas comparativas.

Desarrollo energético y transformación productiva

El crecimiento del sector energético abre una discusión central: qué hacer con los recursos que ese desarrollo genera. La energía puede convertirse en una simple fuente de divisas para sostener esquemas económicos agotados, o bien en la base de un modelo orientado al valor agregado, la inversión productiva y los encadenamientos industriales.

“El verdadero debate no es si vamos a desarrollar la energía, sino qué vamos a hacer con los recursos que ese desarrollo genere.”

El acceso a energía abundante y competitiva permite impulsar procesos de capitalización en cascada: industria, petroquímica, minería, infraestructura, transporte y servicios asociados. En este sentido, la energía no es un fin en sí mismo, sino un insumo estratégico para el desarrollo económico y social.

Integración energética regional: una oportunidad subestimada

En un mundo que demanda seguridad energética, la articulación regional aparece como un activo estratégico. La integración energética en el Cono Sur permitiría generar escala, reducir vulnerabilidades y mejorar la capacidad de negociación frente a otros bloques.

“Argentina sola no alcanza; Argentina integrada a la región puede ofrecer al mundo seguridad energética y seguridad alimentaria.”

Para ello, resulta indispensable avanzar en infraestructura, interconexión, transporte, energía y tecnología, así como en marcos institucionales que faciliten la cooperación y la previsibilidad. La integración regional no debe pensarse como una extensión de esquemas proteccionistas, sino como una plataforma para competir e integrarse al mundo.

El desafío pendiente del sistema eléctrico

Uno de los puntos más críticos del sistema energético argentino es el atraso en infraestructura eléctrica: generación, transporte y distribución. Esta limitación no solo impacta en la calidad del servicio, sino que constituye un cuello de botella para nuevos procesos productivos.

“La falta de infraestructura eléctrica no es solo un problema de calidad de servicio: es un cuello de botella para el desarrollo productivo.”

La recomposición del mercado eléctrico, con mayor contractualización, señales de precios y reglas estables, aparece como una condición necesaria para aprovechar la disponibilidad de energía competitiva y sostener el crecimiento económico.

Un Estado estratégico y articulador

El rol del Estado resulta clave, no como actor empresario omnipresente, sino como proveedor de bienes públicos de calidad. Infraestructura, marcos regulatorios claros, reducción de riesgos y coordinación entre niveles de gobierno son elementos esenciales para que el desarrollo energético no quede aislado ni se transforme en un enclave.

“No se necesita un Estado empresario, sino un Estado austero y estratégico, capaz de articular infraestructura, reglas claras y confianza de largo plazo.”

Un Estado austero, pero estratégico, es condición necesaria para que la energía derrame sobre el conjunto del sistema productivo y contribuya efectivamente al desarrollo.

Claves de la charla

  • La energía ocupa un rol estratégico en la transformación del modelo productivo argentino.

  • La geopolítica redefine las prioridades energéticas a nivel global.

  • La transición energética avanza, pero con tensiones entre seguridad, costos y sustentabilidad.

  • El desarrollo energético debe integrarse a una estrategia de valor agregado y empleo.

  • La integración energética regional es clave para ganar escala y competitividad.

  • La infraestructura eléctrica es uno de los principales desafíos pendientes.

  • Se requiere un Estado estratégico que articule, genere confianza y previsibilidad.

Daniel Gustavo Montamat es contador público, economista y abogado. Máster en Economía por la Universidad de Michigan (EE. UU.), Doctor en Economía (Universidad Católica de Córdoba) y Doctor en Derecho (Universidad Nacional de Córdoba). Fue Secretario de Energía de la Nación, Presidente de YPF S.E. y Director Titular de YPF S.A. Actualmente dirige Montamat & Asociados, es profesor de posgrado en la Universidad de Buenos Aires y consultor del BID y del Banco Mundial. Autor de numerosos libros sobre economía de la energía, entre ellos La renta del petróleo en la Argentina (EUDEBA).

Desayuno de la Comisión Energía, Minería e Infraestructura – 09/12/2025

Jorge Ariza, Daniel Montamat, Luis Erize, Liliana Hidalgo
Daniel Montamat
Jorge Ariza
Daniel Montamat, Luis Erize
Desayuno de la Comisión Energía, Minería e Infraestructura
Jorge Ariza, Clarisa Urruti, Daniel Montamat, Liliana Hidalgo, Mónica Orlando, Luis Erize