La vida de la CFO de Air Liquide Argentina se puede definir como un perpetual cambio: de ciudades, de trabajos, de países. Una sed de aventura y de nuevos horizontes siempre la inspiró, pero nunca a expensas de su familia.
“Tienes que dar lo mejor que puedas en cada pequeña oportunidad. Nunca sabes cuál de estas oportunidades va a cambiar el rumbo de tu carrera”, comenta Mónica Trencone, al momento de presentar su trayectoria profesional.
Siendo pequeña, su familia se mudó a cuatro ciudades diferentes por la actividad laboral de su padre. Ella regresó a Buenos Aires, en su Argentina natal, por su cuenta para emprender un diploma en contabilidad y finanzas en la universidad. Para entonces su plan ya era de trabajar en lo internacional, en un largo plazo.
“Mis resultados académicos eran buenos” dice recordando esos tiempos, pero al final del primer año, ocurrió el acontecimiento más triste de mi vida, cuando mi padre perdió la vida en un accidente de auto”. Devastada, Mónica se preguntó si podría ser capaz de seguir adelante. Lo hizo con el apoyo de su madre y, cuatro años más tarde, se graduó y fue la primera profesional en su familia.
Su carrera la hizo ingresar en varias multinacionales mientras completaba un MBA. Ingresó en Air Liquide en 2008, el mismo año en que se casó. A partir de ese momento, su trabajo y su familia cobraron una igual importancia.
“En cierto punto, tenía la sensación de no ser visible dentro de la organización”, dice Mónica acerca de ese período de cinco años en los que tuvo sus primeros dos hijos. Su viejo sueño de trabajar en el extranjero estaba comenzando a parecerle una “idea loca”. Sin embargo, esperó su momento, permaneciendo firmemente comprometida con su trabajo y el crecimiento de su equipo.
“Era esencial hacerme visible y mantenerme en movimiento”, dice. “Tienes que dar lo mejor que puedas en cada pequeña oportunidad – nunca sabes cuál de estas oportunidades va a cambiar el rumbo de tu carrera”. Suficientemente segura, con una red de contactos ampliándose dentro de la organización, creció y finalmente, en 2016, llegó el ofrecimiento que ella había estado esperando por tanto tiempo. Tuvo la oportunidad de mudarse a la casa matriz, en París.
“Me mudé a Francia con mi esposo e hijos, sin hablar francés. Era un desafío”, dice. “Pero los dos siempre fuimos atraídos por los retos, asi que decidimos asumir el riesgo de emprender esta gran aventura”. Luego de Francia llegó otra mudanza; a Colombia, esta vez. Allí también la experiencia fue satisfactoria, a pesar de que coincidió con la pandemia. Mónica dio a luz a su tercer hijo mientras la familia estaba en aquel país. Finalmente, a finales de 2020, Mónica regresó a Buenos Aires para asumir el cargo de Directora Financiera de Air Liquide en la Argentina. Fue un logro tanto personal como profesional. No solo porque su cargo es el más alto que ha logrado hasta el momento, sino porque es la primera vez que un argentino ocupa este cargo, que «siempre había sido reservado a un expatriado».
Mónica está orgullosa -y con razón- de cuán lejos ha llegado; sobre todo porque, si bien se recuerda a ella misma como alguien que alguna vez se preocupó por la visibilidad de su carrera, lo ha hecho sin sacrificar su vida personal. Lo que no quiere decir que lo dé todo por seguro.
«Ser una mujer, tener una exitosa carrera profesional y una vida personal equilibrada es posible, pero sigue siendo difícil” afirma. “Tenemos la obligación de hacerlo más fácil para las siguientes generaciones”.